!Qué cariño se le cogía a la tele! Sus averían nos dolían en las carnes casi como propias. !Qué tristes nuestras vidas cuando estaba ingresada en el servicio técnico oficial! (Porque entonces los aparatos se arreglaban una y mil veces). Y el aciago día, tras muchos años de compartir pelis y "undostreses", que se tiraba aquella caja tonta, a todo el mundo en la familia le daba un poco de penilla despedirse de ella.
Hoy ya ninguna tele, ordenador o similar es un mimado hijo único. Todo el mundo tiene el suyo propio en su cuarto. Contando los escasos meses que le separan de quedarse obsoleto y ser sustituido por un modelo con mejor calidad de imagen (por cierto, un inciso, tengo la sensación de que Tele Madrid no va a tardar mucho en emitir "Cromwell") o más gigas. Sabiendo que si se rompe va derecho al cubo infame, porque ya lo dijo el de la tienda: "le sale más caro arreglarlo que comprarse uno nuevo".
Y en eso estamos, metidos en una vorágine consumista y siglera que no obliga a tener televisor, TDT, DVD, MP4, ordenador y móvil....y renovarlos cada pocos meses. Dicen los de cierta cadena especializada en saciar nuestra sed de tecnología que no somos tontos. No, "yo no soy tonto", pero a veces tengo la impresión de que, entrando en esta absurda espiral sacacuartos de la maquinita y el cacharrito que se queda anticuado antes incluso de que caduque su garantía, "soy gilipollas".

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