En el origen, era el verbo perfecto y la dicción engolada de Matías Prats, padre. Luego llegó de las Casas y sus gallos (gol de Señooooooor). Con los 90, aparecíó el comentarista cachondo e informal, por aquello de desdramatizar el deporte (aparentemente). El abanderado de este muy imitado estilo fue Michael Robinson. Ahora, cualquier comentarista deportivo se siente en la obligación moral de ser gracioso, con mayor o menor fortuna. A algunos, ese Kiko, les sale sin querer. Otros, en cambio, lo intentan sin mucho éxito (Saliiinas). Esta tendencia se ha extendido también a otros deportes ("Itu, Itu, metro gratuito", cantaba la Demencia hace años).
En fin, que cuando parecía que todo estaba inventado en materia de comentario deportivo, nuestros amigos los italianos nos sorprenden con una nueva tendencia: el comentarista forofo. Da igual que sea un partido de la Liga Italiana, da igual que le vayamos a tocar las narices a gran parte de la audiencia. El comentarista da rienda suelta a su forofismo. ¿Cuánto tardarán en imitar esto en España?
El buen señor del bigote se llama Tiziano Crudeli. Y es del Milán. Y mucho.
Andiamo, andiamo !!!
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