Todos los niños (y, me temo, alguna que otra niña) hemos soñado con parar un penalty decisivo. Es un deseo que siempre se acaba cumpliendo, aunque no como una esperaba. En mi caso, yo quería parar el penalty que le diera al Madrid su 7º Copa de Europa (hablo de la ya lejana primera mitad de los 80), pero me tuve que conformar con parar una pena máxima en un partido de patio. De hecho, y siendo sinceros, creo que más que yo al balón, el balón fue a mí.
En cambio, un niño rumano llamado Helmuth Ducadam cumplió este sueño, y a lo bestia. Dio a su equipo del alma, Steaua de Bucarest, la Copa de Europa. Y lo hizo parando ya no sólo un penalty sino ¡¡¡cuatro!!!
Fue en la tanda decisiva, en la que ninguno de los cuatro lanzadores de aquel Barcelona (la lista de la infamia: Alexanco, Pichi Alonso, Pedraza y Marcos) fue capaz de batir a Ducadam. Disparo tras disparo se estrelló contra aquel felino bigotudo. Para colmo, los penalties llegaron tras un 0-0, con lo que el Barcelona fue incapaz de meterle un gol a Ducadam tras 120 minutos de juego y 4 penalties. Uno se pregunta por qué no se venden camisetas con su nombre en los aledaños del Bernabeu, pues, seguramente, nadie ha humillado al Barca como el bueno de Helmuth.
Seria, por otra parte, injusto olvidar a Urriti, el portero del Barca. Cumplió con creces, pues paró 2 de los 4 penalties que le tiraron, en un día, en el que, además, se filtraba la noticia de que el club le daba boleto para traer a Zubizarreta. Muy del estilo del Barcelona.
Así pues, mi sincero homenaje a estos dos héroes olvidados, que compartieron gloria y desgracia. Urruti fallecía en un accidente de tráfico en Mayo de 2001, el mismo día en que otro portero, Cañizares, lloraba amargamente otra derrota desde los 11 metros en una final de Copa de Europa. Por su parte, Ducadam sufría a los 27 años una trombosis que lo alejó para siempre de las porterías que tan sobresalientemente había defendido.
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