El Macarty era un personaje muy popular en Cádiz. Vivía de vender lotería y de las propinillas que sacaba por hacer "recaos". O sea, un auténtico buscavidas honrado, de esos que casi no quedan, porque ahora es más sencillo vender veneno, que, además, está mucho mejor pagado.
Pero su pasión era el Cádiz Club de Fútbol. Tanto le gustaba su equipo, tanto sentía los colores, que iba al campo (ese Carranza) vestido con su equipación. Amarillo y azul. Y esto, en esos tiempos lejanos en que nadie lo hacía. Ahora es muy común ir con la camiseta al estadio, pero, por aquel entonces, se burlaban de él y le llamaban bicho raro (que era como se decía antes friki).
Alguna vez le sacó la tele, en esos programas deportivos en que se ríen de todo, incluso de aquello que, como el Macarty, debería ser Sagrado. Sagrado porque, en este cochino mundo en que los futbolistas besan los escudos como las prostitutas a sus clientes, el Macarty simbolizaba amor eterno e incondicional por un Club.
Afortunadamente, su Cádiz del alma no se olvida de él, y se le va a hacer hasta un monumento, para que todos aquellos que sienten el amarillo puedan ir y honrar su memoria.

Descansa en paz, Macarty. Ojalá el Cádiz te pudiera brindar un título, pero, pisha, que te voy a contar que no sepas.
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