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martes, 23 de octubre de 2012

Los Complicados Complejos de Pinocho.

Es lo malo de las enfermedades de la cabeza (las cuales, por extensión, también lo son siempre del Alma), que tienen nombres muy raros, muy griegos y muy feos. Por eso, para animar los anchos campos de la psicología y similares, se les buscan apelativos más agraciados, literarios y simpáticos, y así resultan los complejos de Edipo, de Electra...y hasta de Pinocho.

Lo malo del bueno de Pinocho es que, de puro popular, hasta dos complejos diferentes han sido informalmente bautizado con su nombre.

El primero se lo gana -como no- por mentiroso y, de este modo, hay quien llama "Complejo de Pinocho" al que sufre un individuo que, por sentirse inferior a los demás, se inventa historias protagonizadas por él mismo con el fin de ponerse a la altura de las hazañas del prójimo. Esta patología del coco y la propia estitma es más comúnmente conocida como "Complejo de Munchausen" (por aquello del Barón tan fanfarrón y fantasma de la Literatura). Y, no me lo discuta, todos hemos experimentado algún que otro brote de este complejo durante nuestras vidas.

Sin embargo, hay quien afirma que el "Complejo de Pinocho" es aquel que sufren las personas que, de modo paranoico, piensan que todo el mundo se ríe de ellos -o les da pavor que esto les pueda ocurrir-. Este trastorno -llamado "gelotofobia" en plan fino- es tremendamente desagradable y también bastante común, como atestiguan los miles de inmerecidos "¿de qué te ríes, gilipollas?" que pueblan nuestro día a día nacional.

Mas, para rematar la faena, yo también propongo mi propio "Complejo de Pinocho". Es aquel que padecen los y las que se creen muy libres, pero, en realidad, no son más que marionetas en manos de un amigo, un compañero o cualquier otra persona, que los maneja y domina a su antojo, sin que el Pinocho en cuestión parezca que se darse cuenta de la situación.

Y si duda de la existencia de este último "Complejo de Pinocho", le invito a que se pasee por cualquier lugar donde habiten adolescentes.

Entonces, no me cabe duda, usted me dará la razón, y hasta puede que un abrazo.



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