Ya quedan poquitos pintores de los de verdad, de esos que ves un cuadro suyo y dice: "¡Jóder, cómo pinta este gachó!...¡Si hasta se ven las venitas de las manos!"
Deberían volver, al más puro estilo de zombi, levantarse de sus tumbas y retomar paletas y pinceles para inmortalizar esta España como hicieron con aquella.
Ser pintores de cámara de la realeza, y dedicarnos obras como: "La Familia de Juan Carlos I" (con y sin Marichalar), "Los Príncipes en Baqueira" o "Las Infantas de la mochilita escolar rosa".
Reflejar las costumbres en telas como "El botellón de la Moncloa" o "Salida del Bernabéu tras semifinal copera".
Pintar la España sencilla de "Puesto de chuches a la salida de las clases" o "Los Butaneros".
Inmortalizar -en retrato de encargo- a los grandes personajes de nuestra sociedad: "Antonio Banderas con playa malagueña de fondo" o "El Alejandro Sanz del Grammy".
Y, por último y triste, dibujar nuestras tardes más amargas, que cuando ha tocado llorar de rabia por culpa de la barbarie, muchas veces pensé yo para mis adentros: "¡Qué pedazo de cuadro le había sacado Goya a esto!"
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