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lunes, 15 de febrero de 2010

Los Exámenes a Examen. (Controlando a los Controles)

Examen, como todas las palabras que se refieren a conceptos poco populares, tiene su propio eufemismo: control. Pero, a la café, copa y puro, vienen a ser lo mismo: preguntas, respuestas, calificación de cero a diez, menos de cinco estás en problemas.

El primer gran error conceptual -ya que estamos con conceptos- es pensar que el haber aprobado un examen (o control) garantiza que alguien sabe algo. En realidad, lo único que demuestra es que se tiene la capacidad de aprenderlo. En mi caso, por ejemplo, hoy en un examen (o control) de Trigonometría no sería capaz ni de sacar de centro. Pero, según se verificó hace veinte años, podría aprender de senos y tangentes si me los volvieran a explicar, y fuera necesario (que esperemos que no).

Conclusión: la Educación cimentada en exámenes (o controles) no genera conocimiento activo, sino garantía de capacidades latentes.

Y habrá quién diga (indignado): "¡Oiga, pero es que si no entra para examen (o control), el alumno no lo estudia!". Cierto, y, claro está, es preciso garantizar que los estudiantes tengan un montón de cosas que poder olvidar.

Pero, sea sincero, ¿de cuántas cosas que usted sabe que jamás olvidará le han examinado?

Mire, en realidad, los exámenes (o controles) no sirven para medir conocimientos, ni para garantizar que el alumno sabrá cosas de por vida. Sirven para separar el grano de la paja en la era de los examinandos y determinar qué alumnos tienen una gran capacidad para aprobar (lo que les hace aptos para el sacrosanto y venerado "Sistema Universitario") y los que no.

Y todo lo demás, milongas apedagogadodidácticas. (Se lo digo yo).

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