Sí, nos indigna cuando por ahí fuera se creen que España es flamenco, toros y paella.
La misma gente que, cuando les cuentas que has estado en Escocia, te saca lo de las gaitas, las faldas, el whisky y el Monstruo del Lago Ness.
Entonces, uno sonríe y les cuenta que, efectivamente, en las zonas turísticas hay gaiteros con su falda (de hecho, se llama "kilt"), tiendas de whisky (que no "güisquerías") y excursiones en busca de Nessie.
De paso, deformación profesional, les encajo una micro-conferencia sobre cultura escocesa, desde la poesía de Robert Burns a los diseños de Charles Rennie Mackintosh, pasando por la Declaración de Arbroath.
Y, cuando terminas y crees que el otro te va a pedir de rodillas que le prestes las obras completas de Sir Walter Scott, lo que le sale de la boca es: "Pero, ¿llevan ropa interior debajo de la falda o no?
(Aunque peor es cuando cuentas que has estado en Bristol. Cara de pánico en tu interlocutor, que no tiene ni tan siquiera un misero equipo de fútbol o grupo pop al que aferrarse. "¿Y eso está cerca de Londres?", es todo lo que aciertan a decir).
En fin, que, empezando por mí, menos molestarse con la paja inculta en el coco ajeno y más luchar contra la viga de ignorancia en el propio.
De todos modos, por mucho que duela aceptarlo, a cualquier viajero que ponga la tele española una tarde de verano le costará librarse de la idea de que España vive obsesionada por los toreros y las folclóricas.

¿Qué no conoce la Declaración de Arbroath? Pues yo se la presento. Es una carta que los nobles escoceses enviaron al Papa Juan XXII en 1320 como reafirmación de su independencia. Su párrafo más celebre reza: "En verdad, no es por la gloria o la riqueza o los honores que luchamos, sino por la libertad, y sólo por ella, algo que cualquier hombre honesto rinde únicamente al rendir la propia vida".
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