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domingo, 12 de abril de 2009

Cuentos de Hadas que Terminan Regular: El Deseo Equivocado.

En cuclillas, con los dedos enguantados y entrecruzados, David contemplaba aburrido el desarrollo del juego. Jamás pensó que el deporte que tanto le divertía se hubiera vuelto eso: un aburrimiento. Gol...Otro más...No sabía qué había perdido antes, si la cuenta de los que iban o las ganas de celebrarlos.

Se levantó y empezó a dar vueltas por el área con la manos cruzadas detrás de la espalda. Miro a su propia portería. Ni un maldito fotógrafo. ¿Para qué, si allí nunca pasaba nada? ¡Con la dichosa presión, el contrario no llegaba ni a su propio centro del campo, y los pelotazos siempre se los llevaban sus defensas!

Por enésima vez, David lamentó que su hada madrina le concediera un deseo por haber sido tan bueno toda su vida. Bueno, de lo que realmente se arrepentía era del deseo en sí. ¡Jugar en el equipo de fútbol perfecto!

Mala petición, si uno está bajo los palos. El correcto es ser un gran portero jugando en un gran equipo.

No se gana nada siempre, pero, como David confirmará, hasta de los trofeos se aburre uno. No se gana siempre, ya digo, pero se lo pasa uno de maravilla.

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