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domingo, 27 de enero de 2008

Tenga éxito a costa de fracasar.

Hay obsesión generalizada por eso del éxito. La pena es que hoy en día hay una perversa ecuación que iguala éxito con dinero. "Es un empresario de éxito", se dice de don Fulanito Apellido Rimbombante Apellido más Rimbombante aún. Y eso, pese a que lleva un matrimonio fracasado a las espaldas, sus hijos sólo le quieren porque financia placeres varios y su corazón trabaja en precario. Si, pero conduce un Mercedes, reside en un chalet con piscina olímpica y cena en restaurantes donde yo no me podría permitir ni un café.

Y, si nadie lo evita, la enfermedad se transmite por vía hereditaria. Sus hijos estudiarán millones de cosas que les den acceso al chalet, el Mercedes y los restaurantes donde traen la cuenta en cartera de cuero. Pero también tendrá una ex (recuerdo del naufragio del barco del amor), hijos a los que no tienen tiempo para ir recoger al colegio elitista y una vida que no va a ninguna parte. Eso sí, en Business Class.

Pero yo me niego a llamar a eso éxito. La verdad es que no sé exactamente qué es o si quiero o puedo tenerlo, pero lo que tengo claro es que para mí nunca será todo ese dinero que tan caro compra don Fulanito.

No hay duda de que coches como éste son muy, muy caros. Mucha gente paga por ellos perderse la infancia de un hijo.

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