Me doy cuenta de lo peligrosas que son estas afirmaciones, siendo uno como es un supuesto profesional de la imparcialidad (profe, ya se sabe), pero no le veo sentido a disimular. Hay alumnos que me caen mejor que otros, pero lucho con uñas y bolis rojos por dar a cada cual lo que se merece. No obstante, no ignoro que ese canalla que tengo por subconsciente sube y baja las decimillas de mi fiebre correctora.
En cualquier caso, creo de corazón que jamás he sido parcial en mi imparcialidad por encima de los límites que son tolerables por mi condición de ser humano.
Resumiendo, que uno evalúa lo mejor que sabe y puede, pero todos somos de carne y hueso (en diferentes proporciones).

¡Qué complicado es no dejarse influir por toda una serie de "factores externos"!
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