Eso debería decirle el toro a muchos españoles. En curiosa paradoja, se convierte a este animal en símbolo sagrado del españolismo puro, coronando multitud de banderas españolas, pero, al mismo tiempo, tantos y tantos pueblos de esa España tan profunda y tan absurda, siguen disfrutando haciéndole la puñeta a un toro como piedra básica de sus festejos veraniegos. "Es la tradición, es nuestra cultura", contestarán ellos de inmediato.
No, si yo no digo nada. Sólo digo que hay amores que matan.
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