"Algo de razón tendrá esto, ten en cuenta que hay gente que ha perdido el bigote por defenderlo", ese es el razonamiento que se hace el personal antes de abrazarse a una idea.
Sí, nada tan atractivo como un mártir, especialmente para esa juventud llena de ideales (que se irá vaciando con el paso de los años).
He aquí unas pistas por si usted necesita agenciarse un mártir y no sabe cómo:
-Origen y Primeros Pasos: Tiene dos opciones, o que el chaval/a naciera y creciera en un ámbito afín (lo que garantiza que la cosa "se mamó desde la cuna", o que venga del otro extremo (lo que permite encajar el siempre poderoso y evocador "momento del cambio").
-Producción Literaria: La que sea, incluso un torpe poema ripioso nos da material para camisetas con mensaje y letras para canción de autor (los indispensables himnos que cantar en los colegios mayores y los viajes en autocar).
-Liderazgo y Labor: Todo lo que hizo para meterse en problemas. Llénelo de idealismo y idealice todo lo posible. Alguna que otra leyenda urbano-legendaria nunca está de más.
-El Martirio en Sí: Esta es la suerte suprema del "propagandismo mártir". Serenidad ante el destino significativo y lealtad a las propias creencias hasta el último momento.
Ejemplo práctico: Adelino García Torresancha, mártir del café con porras.
Adelino nació en el seno de una típica familia madrileña, de esas que son orgullosas guardianas del apego a las tradiciones. Él, desde bien pequeño, siempre se desayunaba su cafelito con porras en el bar, como un elemento más de la propia identidad. Tanto le gustaba su desayuno, que hasta se sacó una cancioncilla, cuya estribillo era: "Café con porras, café con porras, la alegría te ganas, las penas te ahorras".
Lamentablemente, a Adelino, como a tantos otros, le tocó remar contra la corriente de los nuevos tiempos. El tenebroso imperio de los alimentos light y la comida rápida americana también llegó a su barrio, y cerraron su bar habitual para poner una hamburguesería de cadena. Indignado por ver como lo despojaban de su desayuno de toda la vida, Adelino se erigió en líder del movimiento "anti-fast food" y se encadenó, junto con el Toni (su vecino del quinto), a la puerta del local.
Mientras los dos policías municipales se los llevaban a comisaría, Adelino, desafiante y orgulloso, no paraba de cantar con firme voz "Café con porras, café con porras, la alegría te ganas, las penas te ahorras".
Las municipales, por su parte, le rogaban que dejara de hacer el gilipollas de una santa vez.

(Dedicado con mis profundos admiración y respeto a todas aquellas personas que, luchando desde cualquier bando por lo que creían mejor para todos, chocaron contra una dolora, injusta y, a menudo, estéril muerte. Intuyo que ellos no deseaban ser mártires, sino sólo vivir felices y en paz en un mundo mejor y más justo).
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