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jueves, 12 de noviembre de 2009

Tomasín o el Sino a la Fuerza (Revuelto Cómico-Simplón en su Tinta).

Tomasín quería a Rosalía como un animal, así que pensó que lo más propio para declararse era invitarla al zoo. Ella habría preferido que aquel sujeto le hubiera predicado su amor en otro sitio o, aún mejor, que no se le hubiera declarado, pero así estaban las cosas.

Olvidé mencionar que Tomasín era tímido y muy educado (esto último, pese a tener un título de Educación Superior), por lo que no veía el momento de manifestar su pasión. Bueno, en realidad, Tomasín no veía nada de nada, por lo que, cuando por fin se decidió a lanzarse, le pidió matrimonio a una mona.

Rosalía, comprensiblemente molesta, le soltó a Tomasín que más mona que ella no había ninguna, lo cual le dolió mucho a nuestro galán, aunque no tanto como la bofetada.

Lo malo fue que, puestos a declararse, también se declaró un incendio, por lo que Tomasín y Rosalía tuvieron que abandonar inmediatamente el zoo en llamas, puesto que todos los caballos, las zebras y las gacelas ya estaban cogidos.

Con el corazón partido, Tomasín tomó la dolorosa decisión de retirarse a un monasterio. Sin duda, ésta habría sido menos dolorosa si no la hubiera tomado mientras le operaba el cardiólogo. Extrañado, Tomasín preguntó por qué no le ponían anestesia, a lo que el cirujano le respondió que ninguno de los presentes le podía poner la necesaria inyección, pues, aunque eran todos católicos, ninguno era practicante.

Afortunadamente, la operación salió bien (aunque el que casi no sale es Tomasín) y nuestro héroe pudo abrazar los hábitos, (puesto que Rosalía no se dejaba).

Así que si algún día para usted por el monasterio de los Padres Píos de San Benito, no olvidé preguntar por el bueno de Fray Tomasín.

Perderá el tiempo, porque él ingresó en otro monasterio totalmente diferente.

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