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domingo, 16 de abril de 2017

La última bala del Pistolero (5).

"El Pocho" no había hablado con la prensa, por mucho que todo el país se muriera por saber qué pensaba del asunto."El Pocho" sólo hablaba en el campo, y aquello no iba a ser una excepción.

Con los que sí había hablado era con los abogados (con los propios, los del club e incluso con los de los patrocinadores), pero -claro está- no se puede sancionar a nadie por un delito que no ha cometido, y la amenaza era tan velada que tampoco se le podía meter mano por ahí. Eso sí, como ese energúmeno le tocara un pelo a "El Pocho", al Pistolero se le iban a caer todos (y tenía muchos). Los diferentes bufetes ya estaban preparando todo lo relacionado con la denuncia, por si acaso.

"El Pocho" nunca hablada antes de los partidos, y aquel tan excepcional no iba a ser una excepión. Se sentaba en su esquina reservada del vestuario y escuchaba su música favorita, dejando que los minutos pasaran lo más rápido posible. Se tocó la rodilla derecha, se la acarició en realidad. Siempre había sido su punto débil, y el Pistolero sin duda lo sabía. Todo el país lo sabía. ¿Se podía partir una rodilla de una sola patada? Sin duda, si era lo suficientemente brutal. Había sentido la tentación de preguntarle a los médicos del club, pero estaba claro que sí.

Sus compañeros de equipo le habían mostrado todo su apoyo. De hecho, en cuanto el Pistolero le tocara, le habían garantizado que se iba a armar una de las buenas. "La madre de todas las tanganas", decían. De hecho, la prensa del césped más amarillo hablaba de que todo el estadio se podía tornar en un tumultuoso campo de batalla si el Pistolero cumplía la amenaza que no terminaba de hacer.

Había llegado la hora de ponerse en marcha. "El Pocho" se quitó los cascos, carraspeó con cierta irritación según su costumbre y se dirigió a reunirse con el resto de sus compañeros.

"Macita" Miller no era el mejor defensa del mundo, pero el suplente que todo entrenador desea tener en su equipo, para partidos como aquel.

"Macita" Miller se acercó a "El Pocho" y le susurró al oído:·

"Tranquilo, pibe. Está todo controlado".

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