Buscar en Mundo Jackson

domingo, 26 de febrero de 2017

Scott, el Tejón de la Miel. (1)

.¡Qué feo es el bicho!

-¡Y con qué mala leche!

Esas eran las palabras que entendía sin entender con mayor frecuencia Scott. Ahora menos que antes, porque estaba tan escondido que pocos visitantes llegaban a su jaula. Es que un bicho tan feo y con tan mala uva asusta a los niños y los jubilados, y le da mala imagen al zoo. De hecho, si no hubiera sido un obsequio del señor embajador, hace años que se habrían deshecho de él.

Y lo peor era que, en términos relativos, el pobre Scott no era tan mal tío. Su raza, los tejones de la miel, es notoria por su agresividad, que hasta grandes serpientes liquidan para zampárselas después. El pobre Scott, en cambio, no podría ni con una rata de laboratorio. Cosas de la cautividad. Claro que les gruñe a los visitantes, pero es por puro aburrimiento o porque quiere compañía pero nunca supo ser sociable.

Lo de feo en cambio, no tenía excusa. Era tan feo como el más horrible de los de su especie.

Los cuidadores pasaban una vez al día para mandarle un palazo de desechos cárnicos selectos y surtidos por encima de la verja de su jaula. Al principio, se lo comía todo de golpe voraz. Ahora, había aprendido a administrarse la comida. Irracional, pero no tonto.  

El veterinario le visitaba una vez al mes, diría un malpensado que más con esperanza de que se estuviera muriendo que para cerciorarse de que estaba bien de salud. Piensa mal y acertarás.

Esa era, en suma, la tritste y monótona existencia de Scott, el tejón de la miel. Condenado al ostracismo zoológico por su falta de belleza y su absoluta incapacidad para hacerle monerías a los visitantes. Eso se lo dejaba a los monos, obviamente.

Mas, como ya se dijo, Scott no era mal tio.

No hay comentarios: