Epílogo
-¡Qué de gente! Y eso que decía que no tenía amigos.
-En el velatorio de un rico hay de todo menos amigos, Pocito.
-Sí, puede que tú seas lo más parecido a la amistad que tuvo en sus últimos días.
-¡No seas cínico, que soy cómplice de su asesinato!
-Quería morir, ya se estaba muriendo de todos modos. Más que un asesinato, se puede considerar un anticipo.
-¡Menudo cabrón estas tú hecho, Pocito! No sé como me deje convencer para aquello.
-Pues porque eres una buena amiga.
-Con tu concepto de la amistad, no sé si tomármelo como un cumplido o como un insulto.
-Mìrale, si hasta parece que está sonriendo.
-Pues a mí me parece como triste. Ahora hasta me está entrando un poquito de cargo de conciencia.
-No me hables de conciencia, después de aquello que me hiciste...
-¡No me jodas, Pocito! ¡De eso hace un cerro años, pensé ya que ya lo teníamos hablado y superado!
-Sí, es un tema superado, por eso prefiero cambiar de tema.
-¿Cuánto te han dado los de tu empresa?
-Mi modesta comisión.
-Que debe de haber sido un cerro de duro.
-Un cerro de duros menos el soborno al médico que firmó la partida de difunción sin rechistar.
-¡Ese sí que no tiene conciencia, Pocito!
-¡Sí, qué perro mundo! ¡Qué listo don Epifanio al querer largarse!
-¡Y que lo digas, Pocito!
No hay comentarios:
Publicar un comentario