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sábado, 29 de octubre de 2016

Las cuatro estaciones de don Epifanio García (1).

Prólogo

-...por lo que el único tratamiento viable es una intervención...

Epifanio García, el jubilado propietario de un pequeño imperio de fabricación de productos de embalaje, había recibido toda la noticia sin mover un solo músculo, como el que ve un aburrido festival escolar de niños ajenos.

-¿Y si no me opero?

El médico se encogió de hombros. ¡Parecía mentira que un tío con tanta pasta no supiera las consecuencias de dejar a aquello actuar a su libre albedrío!

-Seis meses, ocho a lo sumo...

-¡Y si me opero no duraré más de 16 o 18!

Después de todo, aquel tío sabía perfectamente de qué se estaba hablando.

-Bueno, es...es lo más probable, pero...

-¡Mire, doctor., tengo 89 años y ya ve que me queda bien poco tiempo. No voy a malgastarlo con gilipolleces!

-Es su decisión.

-En efecto. Muchas gracias por todo, doctor.

-Piénselo, y, si cambia de parecer, venga a verme. Aunque no tiene mucho tiempo...

-La decisión está tomada. Estaremos en contacto. Si me tengo que ir, espero hacerlo por un camino que sea del todo digno y no demasiado doloroso.

-No se preocupe, no habrá problema.

Ni todo el oro del mundo le iba a librar de la muerte, pero un buen puñado iba a hacer la transición mucho más llevadera.

Epifania García tomó su sombrero y su abrigo, y se fue de la consulta sin dar más que un gruñido por despedida. Era el estilo de la casa.

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