-¿Ese tío no es el profesor de inglés? -interrogó el señor
letrado sobre el tipo que esperaba en la antecámara del despacho de
dirección.
La madre de Alvarito asintió. En efecto, la siguiente cita del
Caimán aquella mañana era con el Big Ben. Curiosamente, había sido
convocado cinco minutos antes solicitar una él mismo.
-Siéntese.
-Gracias.
-Ya se figurará usted para qué le he llamado.
-Supongo que para lo mismo que yo iba a pedir verle.
-Intuyo que sí.
-Voy a aguantar hasta final de curso si no le parece mala idea.
-Me parece una idea terrible si quiere que le sea sincero.
-Sí, supongo que tiene usted razón.
-Le damos hasta fin de mes para que vaya usted solucionando sus
asuntos y buscarse otra cosa.
-De acuerdo.
-Alégrese, hombre, que es lo mejor para todos. Seguro que ahora
puede usted emprender proyectos muy ilusionantes donde pueda
desarrollar todo su potencial -le dijo mientras se levantaba y le
estrechaba la mano. Le estaba echando también de su despacho.
-Eso creo yo, que será bueno para mí y para el colegio.
No tuvo el valor para preguntarlo -lo habitual en él-, así que se
quedó con las ganas de saber si ya le habían encontrado un
sustituto.
La respuesta, obviamente, era que sí.
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