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miércoles, 7 de septiembre de 2016

Algo huele a podrido en (el estado de) mi cole (44).

19.Tres príncipes para un reino.

Eva en eso también debía de ser una entre un millón. Los profesores siempre insisten con frecuencia en el asunto, aunque, vista la evidencia, seguramente ni ellos mismos nos capaces de seguir su consejo a rajatabla. Eva, le comento, era de esos pocos escolares que dejaban la mochila bien preparadita la noche antes. Repasaba y volvía a repasar que estuviera todo. De esa manera, nunca le faltaba nada (no como algunos profesores, que tenían que pedirle a veces el libro de su propia asignatura prestado a algún alumno).
Aquella noche, obviamente, la estrella del repaso fue el inédito workbook destino al Módulo. Lo puso el primero del taco, y bien separado del suyo propio, no fuera a ser que hubiera algún malentendido y le presentara al Big Ben el que no era. Después de todo, el dichoso workbook era el producto de un robo, o más o menos, y estaba en condiciones de acarrearle un problema.
Lo sacó como para volverlo a meter, como una manera de vencer la pequeña obsesión de que se le iba a olvidar. Revisó también que, efectivamente, estaba en blanco y sin nombre ninguno. Las manías nos hacen así de maniáticos. En ese momento también se le ocurrió sacudirlo. Era otra de las sanas prácticas que uno debe de seguir antes de presentar un cuaderno a un profe. Los papelitos comprometedores tienen la fea costumbre de guardarse yo ser olvidados entre las páginas del material escolar. En efecto, la corazonada fue inesperadamente correcta: de entre las hojas del workbook cayó un trocito de papel. Eva lo tomó con curiosidad y cierta aprensión.
“Woorbook inglés ref.22. Copias no vendidas: 3”, rezaba en letra de cura entrado en años (o sea, de molde y muy elaborada).
¿Copias no vendidas 3? ¿Qué había hecho la Urbi con las otras dos? ¡Igual había sido tan torpe que nos las había visto? Bueno, eso a ella le daba igual. Devolvió el workbook a la mochila, la cerró (por fin) y se preparó para irse a acostar.

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