Buscar en Mundo Jackson

miércoles, 28 de septiembre de 2016

Algo huele a podrido en (el estado de) mi cole (48).

20.El principio del fin.
El señor letrado hojeó desganado y rabioso las páginas del cuadernillo. A su lado, la madre de Álvaro estaba muy tiesa, muy digna y muy callada con la mirada al frente.
-Parece muy nuevo para haber corrido tantas aventuras.
-Es que en este colegio, además de otras cosas, enseñamos a los niños a cuidar del material -contraatacó el Caimán con su mejor sonrisa de canalla depredador.
-Ya.
Los dos sabían de sobra que aquello era una pantomima, pero bastaba para dar el juego por terminado y al Caimán como ganador. El señor letrado podía poner las cartas sobre la mesa, pero eso sería dejar al pobre Alvarito y su madre por mentirosos. Y no era plan. Ellos -y no él- habían perdido la partida. ¡Imbéciles!
-Bueno, señores, como ven y se demuestra, fue todo un muy desagradable malentendido. En este centro no hay ni acoso ni nada que se le parezca. Y ahora, si me disculpan, un colegio tan grande y de tanta calidad no se dirige solo...
La madre asintió y se puso en pie para irse, el señor letrado se limitó a propinarle al Caimán un apretón de manos de compromiso y también tomó el camino de la puerta del despacho de dirección. Por última vez y para siempre. En la cabeza, la pregunta que llevaba horas torturándoles. ¿Por qué había sido la madre del niño tan estúpida de afirmar que aquel workbook -claramente recién comprado y hecho de una sentada- había aparecido en la casa detrás de un mueble?
Si quería la respuesta, sólo tenía que haber preguntado a la propia madre o al director. Alvarito no lo sabía aún, pero ese iba a ser su último mes en aquel colegio, aunque, en compensación, iban a tener coche nuevo, uno muy grande y bonito. El Caimán siempre tan excelente negociador bajo cuerda.

No hay comentarios: