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viernes, 26 de agosto de 2016

Algo huele a podrido en (el estado de) mi cole (42).

18.Televisión educativa.

-¡Ja, ja, ja!- La risas (las carcajadas, mejor dicho) del señor Ponce eran estridentes y contagiosas. Su hijo (Ponce, lógicamente) se reía más bajito y con la boca un poco torcida (chulería obliga) -¡Este Carmandel es la leche en bote!
En efecto, Jose Miguel Carmona “Carmandel” era un pedazo de cómico. O, al menos, era capaz de hacer reír a millones de telespectadores cada semana con su programa. Su fuerte, sin duda, eran las imitaciones de personajes famosos. Dos de de sus incondicionales eran Ponce senior y Ponce junior. La mamá no se sentaba con ellos delante del televisor, a ella ese estilo de humor no le iba. Pero les daba igual. Ver el programa de Carmandel era, junto con los partidos de fútbol, los únicos momentos que compartían padre e hijo con verdadero gusto.
-¡Lo clava, lo clava!
Sin duda, era prácticamente igual al original. La ligera tartamudez ocasional, las eses un poco arrastradas y, por supuesto, la voz aflautada. José Felix Pérez Pérez era un dios de los terrenos de juego, pero su vocecita era la que era. Aquella situación -las burlas que acarreaba- le provocaba una tremenda ansiedad a Pérez Pérez, pero ni Carmandel, si los Ponce, ni otros tantos millones de personas se paraban a pensar lo cruel que era sufrimiento que se le estaba infligiendo al astro del balón con vocecita. Aunque fuera deportivo, no dejaba de ser el enemigo -el odiado enemigo- y , ya se sabe, al enemigo ni agua. Después de todo, ganaba muchísima dinero, así que someterse en silencio a la crueldad de las imitaciones iba en el sueldo. Eso pensaba Ponce senior y eso mismo le había transmitido a su hijo en multitud de ocasiones.
-¡Qué se joda, que gana muchos millones!

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