17.El
Colmo de los planes.
Diez eran diez, y la neutralidad no era una opción. O estabas con
Fermi o contra ella. Diez eran diez las señoras de la limpieza de
aquel colegio, y divididas con dos ambos irreconciliables desde hacia
un sinfín de reformas escolares. En realidad, el único bando con
una líder estable había sido el de Fermi, las otras habían ido y
venido. La Fermi es mucha Fermi, e, incluso así, todavía había
valientes que se enfrentaban a su poder. La Fermi era brusca,
pérfida, soberbia y dequeísta. Y, pese a a eso, todavía había
personas que decidían no plegarse a sus caprichos y someterse a su
voluntad. Grave error.
Urbi era la archienemiga de la Fermi en vigor. Y lo cierto que estaba
resultando de las más poderosas. Cinco años llevaba ya, y no daba
síntomas de flaqueza (por mucho que le doliera admitirloa Fermi. De
hecho, mejor no sacarle el tema). Muy al contrario, las tres últimas
incorporaciones al equipo de limpieza se habían unido a su bando. O
sea, que las partidarias de Fermi se habían convertido en el bando
de las viejas y el otro el de las jóvenes. El detalle no le había
pasado desapercibido a Fermi, la cual, con la mala leche marca de las
casa, se refería a sus enemigas como las “señoritas de la
limpieza”. Además de por intentar despreciar su juventud (algo que
la edad siempre intenta hacer sin éxito), por criticar que parecían
mucho más interesadas por quejarse de todo que por ponerse a
trabajar. Aunque, en honor a la verdad, la Fermi y sus secuaces
también eran bastante tiquismiquis a la hora afrontar su
responsabilidad profesional. “Yo no sé a estos qué les enseñaran
sus mamás y cómo tendrán esas cochinas sus casas”, era una frase
que pronunciaba del orden de diez o doce veces diarias.
La perpetua guerra civil de las escobas y los mochos le pasaba
desapercibida a las práctica totalidad de aquella comunidad
educativa. Pero Eva, que hacía de estar con los ojos, los oídos y
la mente bien abiertos una filosofía de vida, sospechaba de muy
buena tinta que la Fermi y la Urbi no se podían ni ver. Y de ese
antagonismo iba ella a sacar la llave que daba acceso al dichoso
workbook.
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