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sábado, 23 de julio de 2016

Algo huele a podrido en (el estado de) mi cole (36).

-¡Jo, qué mala suerte hemos tenido, tíos! ¡Me he resbalado justo cuando ya casi me había ido del siete!
La cuerda estaba casi rota por cien sitios y el Módulo tenía la torpeza de tensarla incluso más.
-¡Tú no te irías ni de mi abuela atada de pies y manos, Módulo! -le soltó Ponce. El resto de los muchachos del equipo -menos impulsivos, más prudentes- se limitaron a asentir con la mirada de asco.
-¡Hombre, Ponce, tío, que somos un equipo!
-¡No, gilipollas, tú no eres parte de esto!
-Sí, sí que lo es, Ponce. El equipo somos todos, desde el primero al último. Las victorias son de todos, las derrotas son de todos. ¡Y hoy tú nos has regalado una bonita derrota, Alvarito! ¡Eso me pasa por confiar en ti!-soltó el Bicicletas. Lo tenía que hacer, ya le daban igual las consecuencias. ¿Qué podía haber peor que aquella derrota tan inmensamente dolorosa?
Eva estaba siendo testigo de la escena. Desde que Pústula le había comunicado el infausto rumor a la hora de comer, había intentado evitar al Módulo -por si las moscas-. Sabía que era toda una temeridad, pero no lo podía evitar, no podía tolerar aquello. Era esa manera de ser suya, que le iba a llevar a vivir en guerra y dormir en paz toda su vida.
-¡Anda, cierra el pico y vámonos!
-¡Evis!
-¡Que me llamo Eva, gilipollas!
-¡Ya veo que has venido a verme jugar otra vez! ¿Has visto qué mala suerte hemos tenido?
-¡Cállate, ya! -le dijo mientras le cogía fuerte del brazo y le alejaba de la ira de sus compañeros.
Debió de ser el subidón de adrenalina del partido, o que no podía evitar seguir metiendo la pata, pero el caso es que el Módulo decidió que había llegado el momento de confesarle su amor a Evis y así redondear su tarde de gloria.
-Por cierto, Evis, te tengo que decir algo.
Ahí estaba, ella misma se lo había buscado. Por fortuna, Eva estuvo rápida de reflejos y contraatacó antes de que se iniciara el ataque.
-¡No, soy yo la que te tiene que decir algo! ¿Es que no te das cuenta de las cosas? ¡Si no te saco de ahí, igual te habían soltado un puñetazo! No tengo ni idea de por qué te han dejado estar en el equipo y menos todavía de por qué te sacan, porque eres más malo que un dolor, ¡que un dolor! ¿No te das cuenta, Álvaro?
-¿Qué dices, Evis?
-Ves, a este tipo de cosas me refiero. ¿Por qué me llamas así si te he dicho que no me gusta? Eres un pringado, un marginado, ni eres parte del Comando ni jamás lo serás. ¡Tienes que despertar y cambiar, Módulo!
-OK, OK, tía.
-Piensa en lo que te he dicho. Hasta mañana.
Y ahí lo dejó. Disimulando por fuera, hecho polvo por dentro. Y eso que no había tenido que hacer frente al rechazo de Eva de sus intenciones románticas.
Más tranquila, Eva se percató de que le había reprochado que la llamara Evis, pero ella misma lo había terminado llamando Módulo. Y dudaba mucho de que a él le gustara eso.

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