-No sé qué porquería le echan a esta bazofia, pero los de comedor
no tenemos ninguno granos -Eva hacía el mismo comentario todos los
días, y a diario obtenía el mismo gruñido de aprobación resignada
por parte de Pústula.
-Tengo malas noticia para ti, Eva.
-¿Cómo de malas?
-Nefastas, se rumorea por ahí que el Módulo ha dicho que le gustas,
y que te va a pedir salir.
-¡Joder, lo que faltaba! ¿Rumor fiable?
-Bastante, me ha llegado por dos sitios diferentes.
-¡Jo, pues voy lista!
-Nada, tía. Le sueltas la charla típica y ya está.
La charla típica es una de esas habilidades sociales que todo
adolescente ha de adquirir lo antes posible, pues tarde o temprano le
será de vital necesidad. Su esquema se ido transmitiendo de
generación en generación, aunque cada cual le da su toque
particular. Se trata, en esencia, de hacer un ejercicio de malabares
diplomáticos para darle calabazas a alguien sin que se note
demasiado. En otras palabras, intentar partirle a alguien el corazón
sin hacerle mucho dado. “No eres tú, soy yo”, “te quiero, pero
no de ese modo”, “me tienes idealizada”, “no quiero perderte
como amigo” y frases similares constituyen la base de la charla
típica. Arma de doble filo, pues todo adolescente -o casi- se verá a
ambos lados de la tan desagradable ceremonia del amor no
correspondido.
-¡Pero es que yo no soy una de las Cenis! ¡Esas están hartas de
soltar la charla típica, tienen la experiencia y la sangre fría,
pero yo...!
-No te preocupes, ya sabes que no es la primera vez que se va a comer
la charla típica.
En efecto. El Módulo era infame por lo enamoradizo. Su currículo
sentimental desde mediados de Primaria estaba plagado de fracasos y,
de modo bastante cruel, ningún éxito. Quizás porque, a menudo, él
no parecía percatarse de inmediato de que había sido rechazado.
Cuando la chica le daba un no con el tacto y diplomacia de la charla
típica, se lo tomaba como un quizás para el futuro. Cuando la
negativa era rotunda, directa e incluso cruel, él lo interpretaba
como una maniobra de la chica en cuestión para hacerse la
interesante. En resumen, que el Modulo había mantenido ya un
puñadito de lo que podríamos calificar como “noviazgos
unilaterales”.
-No te preocupes, tía, se le pasará pronto.
-Esperemos. Por cierto, tengo un plan.
-¿Para...?
-¡Pues para conseguir el workbook, tía, que no estás a lo que
estás!
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