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jueves, 14 de julio de 2016

Algo huele a podrido en (el estado de) mi cole (34).

-No sé qué porquería le echan a esta bazofia, pero los de comedor no tenemos ninguno granos -Eva hacía el mismo comentario todos los días, y a diario obtenía el mismo gruñido de aprobación resignada por parte de Pústula.
-Tengo malas noticia para ti, Eva.
-¿Cómo de malas?
-Nefastas, se rumorea por ahí que el Módulo ha dicho que le gustas, y que te va a pedir salir.
-¡Joder, lo que faltaba! ¿Rumor fiable?
-Bastante, me ha llegado por dos sitios diferentes.
-¡Jo, pues voy lista!
-Nada, tía. Le sueltas la charla típica y ya está.
La charla típica es una de esas habilidades sociales que todo adolescente ha de adquirir lo antes posible, pues tarde o temprano le será de vital necesidad. Su esquema se ido transmitiendo de generación en generación, aunque cada cual le da su toque particular. Se trata, en esencia, de hacer un ejercicio de malabares diplomáticos para darle calabazas a alguien sin que se note demasiado. En otras palabras, intentar partirle a alguien el corazón sin hacerle mucho dado. “No eres tú, soy yo”, “te quiero, pero no de ese modo”, “me tienes idealizada”, “no quiero perderte como amigo” y frases similares constituyen la base de la charla típica. Arma de doble filo, pues todo adolescente -o casi- se verá a ambos lados de la tan desagradable ceremonia del amor no correspondido.
-¡Pero es que yo no soy una de las Cenis! ¡Esas están hartas de soltar la charla típica, tienen la experiencia y la sangre fría, pero yo...!
-No te preocupes, ya sabes que no es la primera vez que se va a comer la charla típica.
En efecto. El Módulo era infame por lo enamoradizo. Su currículo sentimental desde mediados de Primaria estaba plagado de fracasos y, de modo bastante cruel, ningún éxito. Quizás porque, a menudo, él no parecía percatarse de inmediato de que había sido rechazado. Cuando la chica le daba un no con el tacto y diplomacia de la charla típica, se lo tomaba como un quizás para el futuro. Cuando la negativa era rotunda, directa e incluso cruel, él lo interpretaba como una maniobra de la chica en cuestión para hacerse la interesante. En resumen, que el Modulo había mantenido ya un puñadito de lo que podríamos calificar como “noviazgos unilaterales”.
-No te preocupes, tía, se le pasará pronto.
-Esperemos. Por cierto, tengo un plan.
-¿Para...?
-¡Pues para conseguir el workbook, tía, que no estás a lo que estás!

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