-¿Y si llamamos a la policía?
-¿Para qué, para una presunta bronca entre adolescentes? ¡Tienen cosas mucho más importantes de las que preocuparse! Nos dirán que esto es un asunto interno del cole y es el cole tiene que solucionarlo.
-¡Pero si es en la calle y con chicos que ya no son nuestros alumnos!
-Tú ya me entiendes. Hacemos lo que te he dicho, les sacamos por la puerta de atrás y les metemos en un taxi.
-¡Seguro que allí también nos estarán esperando! Conocen este sitio como la palma de su mano...
-Bueno, pues nos pegamos con Luarca y sus colegas.
-Dicen que va a traer a los habituales, y a otros nuevos que ha conocido y que no son del cole.
-Genial.
La bomba amorosa había estallado. La bella Carmencita Diaga había abandonado a Emilio Luarca (en favor de Fer Brezzi) por vía telefónica durante el recreo y las consecuencias -represalias- iban a ser inmediatas. Por fortuna, el fiel Pablo Genárez había puesto a los profesores sobre aviso.
-¿Llamamos a los padres?
-La amenaza no es concreta, es sólo un rumor. Tampoco podemos alarmarlos sin pruebas.
-¡Sabes tan bien como yo que van a venir!
-Mira, en cualquier caso los papás de Brezzi están fuera y no querrás que le demos el susto a la abuelita.
-¡Más susto es si le pasa algo!
-No os preocupéis, está todo controlado.
Era Fer Brezzi, que acababa de llegar y había entrado al despacho sin llamar a la puerta, fiel a su filosofía vital.
-¿Qué dices, Fer?
-Que mi gente también está avisada...
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