La victoria de "Doble K" sobre "La Pinturita" dejó a ambos propietarios insatisfechos: uno esperaba barrer a su contrincante -y no había sido así-, mientras que el otro simplemente no soportaba perder. Se produjo una inesperada y feroz escalada de las hostilidades hípicas.
"Este es un hipódromo de juguete con caballos de mentira. Voy a adquirir caballos de verdad y a llevarlos a correr y ganar carreras serias", declaró "La Pinturita" al final de la prueba.
Con su trofeo en una mano y acariciando a su caballo con la otra, "Doble K" recogió el guante que le lanzaban.
A Lumbrero le entraron los sudores fríos nada más enterarse del cruce de retos. Si aquellos tipos se llenaban a sus caballos a correr al extranjero, se acabó la bonanza de entradas. ¡Qué poco dura la alegría en la casa del pobre!
El preparador internacional de caballos Milton Connors, en cambio, era el hombre más feliz del mundo. El representante de "La Pinturita" le había llamado en persona para darle un mensaje bien sencillo: "compra cinco caballos de primerísima línea mundial. Presupuesto ilimitado".
Similar mensaje había llegado a Pierre Gouchat, otro prestigioso preparador, de parte del entorno de "Doble K". La noticia corrió como la pólvora dentro del mundillo de los propietarios. Había muchísimo dinero fresco para aquellos que estuvieran dispuestos a vender.
-¿Milton? Soy Pierre.
-Esperaba tu llamada.
-Aquí hay mucha pasta a ganar a costa de esos dos niñatos caprichosos.
-En efecto, si nos organizamos bien, nos hacemos de oro los dos.
-Mas oui.
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