Cuatro de cuatro.
"La Pinturita" se estaba empezando a aburrir de ir al hipódromo a recoger trofeos, pero nobleza de contrato obliga.
La novedad que representaba la presencia de "La Pinturita" en el hipódromo también se había empezado a pasar, y su incidencia en la vena de entradas había descendido.
-Ya te dije que era tirar el dinero. Nos están cobrando una millonada para vender trescientas entradas más- reprochó García Jardiz a su segundo al mando Lumbrero.
-Mi plan todavía está en su primera fase, en espera de desarrollar todo su enorme potencial.
-¿En serio?
-Mira y lee.
Lunbrero le entregó a García Jardiz un periódico deportivo.
-¿Qué esto?
-El editorial de hoy de Carles Puigpedralba, lo mismo que va a contar hoy en su espacio televisivo.
-"Esta Pinturita también es el número uno".
-Exacto.
-No sabía que a Puigpedralba le gustaran los caballos.
-Y no le gustan. De hecho, no tiene ni la más remota idea del tema. Yo mismo le escribí el editorial. Se lo envié junto al sobrecito de dinero reglamentario.
-¡Otro gasto inútil!
-¡Ya veremos!
* * *
'"La Pinturita" es sinónimo de éxito, excelencia, victoria y gloria. Ya dije hace tiempo que apostar por "La Pinturita" era jugar a caballo ganador. ¡Y ahora lo es de modo metafórico y también literal!'
"¡Gilipollas de mierda!", exclamó Klaus "Doble K" Kozby al tiempo que apagaba la tele. Oficialmente, jamás veía a Puigpedralba, pero en realidad procuraba no perdérdelo nunca.
"Doble K" cogió el teléfono y marcó su número directo número uno. Era el de su representante.
"¿Joao? Encuéntrame un caballo"
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