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domingo, 21 de junio de 2015

Don Quijote del VIPS.

La carcajada se propagó, más irritante que rotunda, por toda la sección de Librería. No era la primera (ni la segunda). El muchacho de la vista corta, los dientes de roedor y los diez kilos de sobra estaba sin duda disfrutando de aquel libro de chistes.

El encargado de seguridad siguió haciendo la vista gorda, aunque cada vez le estaba costando más. Norma número uno: el cliente siempre tiene la razón (aunque tantas veces no la merezca). Era bastante improbable que el sujeto tuviera intención de adquirir el libro de chistes. Al fin y al cabo, la segunda vez ya no son tan graciosos, y a la tercera ni sonríes. Pero, después de todo, quizás comprara un chicle o un bolígrafo. Y eso es mejor que nada.

Otro carcajadita de conejo. Desde luego, el tipo le estaba sacando el jugo al libro de chistes. Y gratis.

-Perdón, caballero, ¿va a adquirir ese libro?

-Lo estoy evaluando.

-Ya...Pues, de momento, parece que aprueba con nota.

-¿Cómo dice usted?

-Que, por sus reacciones, parece que le está gustando.

-Le repito que estoy examinando el libro para decidir si me lo llevo o no. Estoy en mi derecho como cliente.

-Comprendo. Pues si se vuelve usted a reír, me temo que va usted que tener que comprar el libro, señor cliente...

-¿Qué dice?

-¡Que vale ya de reírse gratis!

-Me parece que me voy a ver obligado a llamar al encargado para informarle de este incidente.

-¡Haga lo que le salga de los cojones, gorrón cultural!

El inminente ex-encargado de seguridad había tenido tres empleos en dos años. Decidido, su quijotesco sentido de la justicia cultural no casaba bien con su profesión.

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