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domingo, 29 de marzo de 2015

Todo Bajo Control.

La puerta de la habitación de hotel se abrió, pese a que no tenían llave.

-¿Quiénes son ustedes?

-Lo sabe usted perfectamente. Y ahora, por favor, no nos haga perder el tiempo. Denos la tarjeta con la copia del archivo.

-¡No sé a qué se refiere!

-Le reitero que no le conviene malgastar nuestro tiempo. ¡La tarjeta!

-¡Voy a llamar a la policía ahora mismo!

-Señorita, nosotros somos la policía.

-¡Debe de tratarse de un error!

-No, no hay ningún error. Alguien logró enviarle un archivo desde el avión siniestrado, archivo que nosotros ya nos hemos encargado de eliminar convenientemente de su teléfono. Pero, por desgracia, usted hizo una copia antes. Ahora, por favor, entréguenosla.

-No la tengo yo, está a buen recaudo en la caja de seguridad de un banco. ¡Si me ocurre algo, saldrá a la luz!

-Ha visto usted demasiadas películas. ¿Dónde está, por favor?

-¡Hay decenas de copias, que he ido repartiendo a gente de mi confianza!

-No, es usted demasiado avariciosa para hacer eso. Sabe que ese archivo podría valer muchísimo dinero, y no se va a arriesgar a que nadie le reviente el negocio.

-¡Exacto, vale mucho dinero! ¿Cuánto me ofrecen?

-Sigue usted sin comprender nada. El precio es gratis o que a usted le salga carísimo.

-¡No pueden ustedes matarme! Si lo hacen, jamás recuperarán el archivo.

-Nuestro objetivo es hacerle hablar. Y, créame. somos auténticos expertos en el tema.

-Ya...

-¿Y bien?

-¿Qué me harán después?

-Obviamente, matarle. Mire, me estoy cansando de perder el tiempo. Le resumo la situación: vamos a estar horas, días si es necesario, haciéndoselo pasar muy, muy hasta que nos diga dónde tiene la dichosa tarjeta. Y luego le pegaremos un tiro y un juez determinará que se ha suicidado usted por el estrés.

-Pero...

-Ya ve, pensaba que la mala suerte le había traído buena suerte, pero no es así. La mala suerte le ha traído peor suerte.

-Entiendo. Está en ese cajón.

-Chica lista.

El cajón le explotó en toda la cara nada más abrirlo. Instantes de confusión que la joven aprovechó para sacar un revolver de debajo del colchón y liquidar a la pareja de matones.Había ganado unos minutos, quizás hasta un par de horas.

Abandonó la habitación del hotel. La partida continuaba.

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