El potente purasangre desfiló por delante de los dos encorbatados caballeros.
-¿Tú estás seguro de que está lesionado?
-¡Que sí, leñes!, ¿No ves cómo anda? Además, que me lo ha confirmado el veterinario.
-¿Y no tiene solución?
-No me pienso arriesgar. Pinto vale mucho como semental, y, a poco que se den las cosas bien, va a valer mucho más.
-O sea, que no va a salir más a la pista.
-No, ya ha ganado bastante.
-¡Cobardica!
-¿Encima me insultas? ¡Sin Pinto, tu Valdemoro se va a llevar todos los grandes premios de la temporada de calle.
-No, no se los va a llevar.
-¿Qué dices, estás tonto?
-Bah, los trofeos, el dinero, ahora me dan igual. Si no es derrotando a Pinto, carecen todos de valor.
-¿Tú estás borracho o qué?
-No, el valor de una victoria no lo marca el nombre grabado en la copa, sino el del contrincante al que has derrotado.
-¿Eso piensas?
-Eso creo.
-Ya.
-Bueno, es una pena, pero está decidido: si Pinto se retira, Valdemoro va detrás.
-¡Eres un perfecto cabrón!
-Lo sé.
-En fin, vamos a hablar con el veterinario, a ver qué se puede hacer.
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