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lunes, 22 de diciembre de 2014

El Comienzo de Absolutamente Casi Todo (4).

La vida de Ut había cambiado radicalmente. Hacía mucho tiempo que no recogía fruta. Ahora era el protegido de Pog, pues era el hombre que regía los designios de la Gran Bola de Fuego. Ut comía a diario con Pog, de su misma y selecta fruta.

Ut ahora tenía mucho libre, pero no consintió en volverse ocioso. No era su estilo. El frío, el calor, las lluvias, el florecer del campo...No tardó en darse cuenta de que se regían por un ritmo similar al que tenía la Gran Bola de Fuego. Ut tardó cinco años en desarrollar el primer calendario de la historia. Y en usar sus conocimientos para seguir encandilando a Pog.

El nuevo estatus de Ut le trajo otra substancial ventaja: una compañera y, por extensión, un hijo que disfrutaba de su misma vida privilegiada.

Por desgracia, cuando la vida más le sonreía a Ut, la muerte también empezó a rondarlo. Ut no era tonto, e intuía que no le quedaba mucho para iniciar ese extraño sueño del que nadie despertaba.

Ut pasó los últimos meses de su vida mostrando a su hijo todos los secretos de su sabiduría, la manera de predecir la llegada y marcha de la Gran Bola de Fuego, el frío o la llegada de las plantas. Su último acto de retirarse a su cueva a morir fue una aparatosa ceremonia en que traspasaba sus poderes a su vástago.

El muchacho era muy espabilado y supo hacer buen uso de la herencia intelectual de su padre. Manteniendo el estatus ante Pog. Además, cuando Pog murió, y se produjo una lucha por el poder a puñetazos y pedradas, el puso mantenerse alejado. Fuera quien fuera el nuevo macho dominante, precisaría de sus conocimientos. 

Pero el pequeño Pog también fue fiel al espíritu de su padre, y siguió observando todo lo que estaba a su alrededor y pensando en la manera de usarlo en provecho propio.

No tardaría en descubrir el fuego.

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