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domingo, 14 de diciembre de 2014

El Comienzo de Absolutamente Casi Todo (2).

Llovía. La marcha de la Gran Bola de los Cielos apenas se iba a notar de lo oscuro que estaba el firmamento.

Ut estaba refugiado en el su cavernita. No sólo por el agua, que también, sino porque era mal momento para cruzarse con Pog. El tirano estaba convencido de que la lluvia era una demostración de la ira de la Gran Bola de los Cielos, y eso le ponía de un pésimo humor.

Y, sin embargo, a Ut le gustaba ver llover: el olor en el aire, el rítmico repiqueteo sobre las piedras y los regulares latidos de las goteras sobre el suelo de la caverna.

El intervalo entre las gotas se fue haciendo cada vez mayor. Ut asomó la cabeza, la Gran Bola de los Cielos se estaba empezando a marchar. Hora de reunirse con todo el grupo para pedirle perdón.

Todos en la comunidad creían que era imposible predecir los enfados de la Gran Bola de los Cielos, pero Ut pensaba que no, que se regían por un ritmo, que tenía que haber una manera de predecirlos. ¡Si sólo pudiera encontrar la manera de controlar los ritmos!

Ritmos como el de las gotas de lluvia al caer y golpearse.

Esa tarde, cuando se fue la luz de los cielos, una idea se iluminó en la cabeza de Ut.

A la mañana siguiente, nada más aparecer la Gran Bola de los Cielos, Ut colocó una gran piedra hueca debajo de una gotera. Poco a poco, se fue llenando por el efecto de la caída de la lágrimas de la piedra.

Aquella tarde, una vez más, la Gran Bola de los Cielos comenzó a mostrar su ira. Como de costumbre, Ut se encaminó a la ceremonia de expiación comunal. Pero antes, marco con un poco de sangre la línea que había alcanzado el agua dentro de la piedra.

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