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miércoles, 5 de noviembre de 2014

El Cenicero.

El veterano periodista no podía apartar la mirada del cenicero: era precioso.

-Te gusta, ¿eh?

-No recuerdo que lo tuviera la última que le entreviste, presidente.

-Ja, ja, ja...Es un presente del gobierno norteamericano.

-No sabía que ahora aceptaras regalos de los yankees.

-No es mío, es del país.

-Sólo que tú eres el que lo disfruta.

-En nombre del país, en calidad de su presidente.

El mandatario tomó un puro de una cajita que había en un cajón.

-No te ofrezco, que ya sé que lo has dejado.

-Tú también habías prometido dejarlo.

-Bueno, ya sabes, las promesas de los políticos tienen siempre un carácter meramente orientativo.

-De todos modos, no sabía que fumaras puros.

-Fue un regalo de los cubanos.

-También para el país.

-Por supuesto.

-Ya, y a juego con el cenicero yankee.

-¡Ja, ja, ja, no tengas mala uva, tío!

-Sólo digo que cuando te conocí hace tres décadas, no fumabas puros.

-Así es la vida, amigo, ¡cada uno va a lo suyo y sálvese quien pueda!

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