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sábado, 25 de octubre de 2014

Farsa Familar: y 6.

"¡Y ahí está el ministro Pepé Arapil, tras su brillántisima intervención, recibiendo un baño de multitudes arropado por toda su familia!"

Marisa Peréz Poe estaba absolutamente entusiasmada.

Fer, el amante del señor ministro, no tanto. Apagó la tele. En realidad, no sabía ni por qué la había encendido. Quizás, porque amaba a ese canalla, cobarde y egoísta. ¿Por qué le aguantaba, por qué la toleraba? Perro amor.

Rucaflor sonreía satisfecho desde el discreto segundo en el que tan cómodas se encuentran las serpientes al acecho. El discurso -su discurso- había sido todo un éxito. Por cierto, ¡qué guapa se había puesto la niña! Quizás era el momento de llevar a cabo el relevo generacional. Tocaba viaje a Londres.

También se estaba viendo la retransmisión en el apartamentito de niña pija de provincias que estudia en la capital de Farla Díaz. Y a todo volumen. "¡Quita eso, coño!", bramó Varete James-Scott Prieto, tratando inútilmente de taparse los oídos con la almohada. La chica se moría de risa. La venganza sabe deliciosa bien fresquita.

Firmemente abrazado a su papá, con la sonrisa de ortodoncia y blanqueamiento, Josenacho Arapil miró a su reloj de reojo. En pocos minutos tenía mil cosas mejores que hacer que estar con los pesados de su familia.

Abrazado a su mamá -mucho más él que ella-, Javi Arapil sollozaba como una magdalena deprimida: de emoción, de corazón limpio, de inocencia, de ignorancia supina.

Y con esto, se dio por concluida el (¿exitoso?) Encuentro de la familias.

Hasta el año que viene.

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