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viernes, 31 de octubre de 2014

El Cascabel al Gato de Escayola.

-¡Macho, que ya ha volado otro balón, y de los caros!

-¿Y qué quieres que yo le haga?

-¡Pues hablar con Sor Elisa!

-¿Y decirle qué?

-¡Hombre, que se jubile de una vez, que ya va siendo hora, día, mes y año!

-¿Tú sabes el disguto que eso le supondría? ¡Díselo tú!

-¡Una mierda, yo no me como el mal rato!

-¡Es tú obligacíón!

-¡Tanto como la tuya!

-Mira, que lo haga Prejaneda, ¡tanto que presume del ascenso, que apechugue!

Y en eso apareció Son Elisa, sonriente dentro de la seriedad. Según su costumbre, dio las buenas tardes y apagó la luz del despacho a la voz de: "¡esto, cuando haga falta!"

-Hermana, ¿no habrá usted visto usted un balón, verdad?

-No, ¿es que falta?

-Sí.

-Pues, desde luego, del patio no se lo han llevado, que he estado yo vigilando. ¡Puede que vaya teniendo una edad, pero sigo siendo válida y útil! Ya sé que, por edad, podría pedir la jubilación, pero no soy ninguna vaga. ¡El día que no pueda hacer mi trabajo, yo misma así lo indicaré! Y, créanme, eso significará que bien poco me queda en este mundo, pues al trabajo he consagrado mi vida.

-Claro, hermana.

Dicho lo cual,  Sor Elisa devolvió las buenas tardes y se marchó por donde había venido.

-¿Quieres que hable con Prejaneda?

-No, compra otro balón y reza para que nos dure hasta el martes.

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