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lunes, 15 de septiembre de 2014

¡Hay una Primera Vez para Todo, Compañero Don Álvaro! (6)

A Camilo Gurtáin siempre le había gustado ser puntual, con una clara tendencias a pasarse, y aquella no fue una excepción, (en otras palabras que llegaron los primeros).

-¿Está usted seguro que es aquí, señor Romera? -interrogó alarmada la madre.

-¡Por completo!, ¿no ve las mesas con los aperitivos?

Ninguno de los dos se atrevió a decir lo que pensaba: que aquello tenía  una pinta de puti-club que tiraba para atrás, pero, claro, si uno no ha estado nunca en uno, ¿por qué sabe cómo son?

-¡Lo que no veo es a ningún familiar!

-Es que somos los primeros porque les he traído por un atajo que yo me sé.

Angel Purriña, dueño del local, se había ofrecido voluntario a hacer los honores del sacerdocio civil y, como aquello era una ceremonia clandestina que había que verificar antes de que llegaran los padres, tomó a la niña en brazos antes de que la madre pudiera reaccionar y, tras depositarla suavemente sobre el mostrador, comenzó a rociarla con whisky.

-En nombre de los pueblos de la tierra, yo te doy el nombre de Fratérnico.

-¿Pero qué hace usted, imbécil?

-¡Sin faltar señora! ¡Encima que les hago un favor!

-¡Deme a mi niña, tarado! ¡Por Dios, cómo la ha puesto!

-Bueno, señora, yo me voy, Le dice usted a Sanzogorri que a las seis quiero todo esto desalojado!

-¿Quién puñetas es Sanzgorri?

El que entraba por la puerta, acompañado de Manolo Fontajo y Pedrito-Fratérnico.

-¡Rápido, Angelito, bautiza al crío antes de que lleguen los padres! Aquí tengo la cámara para grabarlo todo -dijo Sanzgorri.

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