Era la sala más barata que había encontrado. Al fin y al cabo, era difícil sacarle rendimiento a la hora de comer a un local así. Claudio Sanzgorri siempre se había considerado a sí mismo como un hombre de buenas ideas, pero aquello quizás era pasarse un poco. Aunque, por supuesto, no para él.
-Oye, ¿y no se van a extrañar un poco de la decoración del sitio?
-No, está gente son muy modernos. Yo creo que hasta les va a gustar. Aunque, de todos modos, mejor que pasen por la puerta de atrás, por si acaso ven el cartel luminoso de la entrada y se asustan. Y también convendría reforzar un poco la iluminación.
-Ya, como tú veas. Lo único que esto tiene que estar desalojado para las siete de la tarde, que empieza lo mío.
-¡Descuida, Angelito!, ¿cuándo te he fallado yo?
-Pues nada, tú mismo.
Lo dicho, que Claudio Sanzgorri había conseguido un lugar donde celebrar el banquete en honor del pequeño Pedro (alias "Fratérnico") a precio de ganga y en pleno centro de la ciudad. Además, con un poco de suerte (o con un mucho), nadie se percataría de que aquello era un puti-club. Pero, si surgía la pregunta, ya se le ocurriría a él algo que decir.
-¿Manolo?. ¡soy Claudio! Oye, que ya tienes local. Sí, para el 23 a las 2 de la tarde. ¡Y por la mitad de precio de lo que presupuestamos! -Obviamente, él lo había sacado por una cuarta parte.- Y lo del bautizo, todo solucionado también, en el mismo sitio lo hacemos.
La idea de Sanzgorri era bautizar al pequeño con whisky en la barra del puti-club.
Eso era un sacrilegio y lo demás son tonterías.
No hay comentarios:
Publicar un comentario