Claudio Sanzgorri había olido sangre -o sea, dinero- y le faltó tiempo para pasarse por la sede del partido.
-¡Manolo, enhorabuena, compañero!
-¡Hombre, gracias, Claudio!
-¡Y qué nombre más bonito le vais a poner al niño: Fratérnico!
-A los padres no les gusta. Le quieren poner Pedro. En realidad, ya lo han hecho, que el mamón de mi yerno se pasó ayer por el Registro Civil, a espaldas mías, el muy canalla.
-¡No jodas, con lo vulgar que es eso de ser "Pedrito"!
-Y tanto. Pero a mí me da igual, ¡para mí siempre será Fratérnico y así le voy a llamar!
-¡Bien hecho, compañero! Por cierto, ¿cómo lleváis lo de la comida de celebración, que ya me he enterado que vais a dar un banquete?
-No sé, se encargan los padres.
-¡Leñe, pero el abuelo siempre echa una mano con esas cosas!
-¡Nada, nada, si son capaces de registrarlo, que se las apañen para montarle el banquete!
Aquello se empezaba a poner feo para Sanzgorri. Los chavales no eran tan fáciles de liar como el abuelo Manolo. Lo mejor sería cambiar de estrategia.
-¡Oye, te veo dolido con lo del nombre de nene!
-No te voy a engañar: no me ha sentado nada bien.
-¿Por qué no te tomas la revancha?
-¿Y cómo?
-¡Joder, bautizándolo como Fratérnico!
-¡Tú estás borracho! ¡Proponerme a mí que bautice a mí nieto, alguien como yo, con décadas de feroz y entregada lucha por el Laicismo y la causa anti-clerical!
-Pero sería algo simbólico -una especie de bautizo laico-, una de manera expresar tu descontento con la puñalada trapera que le han metido a su pobre abuelo revolucionario.
-¿Bautizo laico?
-¡Pues claro, yo te lo organizo todo: ceremonia y banquete de celebración!
-Pero, ¿los padres?
-¡Lo hacemos a traición como ellos, un día que te dejen al niño para cuidarlo!
-¡Pues no es tan mala idea!
-¡Claro que no, compañero!
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