-Cuando quieras empezamos, querida, no tengo toda la tarde.
La fría, distante y legendaria diseñadora de moda no había accedido a concederle aquella entrevista a una periodista novata porque tuviera el más mínimo interés, pero le habían aconsejado que esa era la mejor manera de combatir su cada vez más incómoda legendaria fama de fría y distante.
-¿Cómo se siente siendo una de las mujeres más envidiadas del mundo?
¿Qué clase de pregunta era esa?
-¿Envidiada?
-¡Pues claro, tiene usted el trabajo -seguramente la vida- que millones de personas desearían para sí?
-Bueno, he tenido que trabajar mucho para lograrlo.
-Ya, claro...Pero, ¡qué suerte de vida! Por ejemplo, este momento...Invitada a comer en el restaurante más caro de París.
-¡Por supuesto que invitada! Pagar en los restaurantes es una vulgaridad, es algo que me enseñaron mis padres desde chiquitita.
-¿En serio?
-Sí, ellos utilizaban una táctica deliciosa. Solíamos viajar con un grupo de amigos, y mi madre siempre se ofrecía voluntaria para custodiar el bote común. Ya sabe, todos el mundo pone su parte y de ahí se paga. Obviamente, mis padres jamás ponían ni un céntimo.
-¿Y los demás no se percataban?
-No, estaban entre amigos, ¿quién iba a sospechar?
La joven periodista se había quedado sin palabras. La fría, distante y legendaria diseñadora tomó un sorbo del líquido más caro de todo el establecimiento y sonrió.
"Sí, mis papás me enseñaron un buen puñado de mejores lecciones, sin las cuales, créeme, jamás habría llegado a donde estoy...aunque hubiera trabajado el doble de lo que lo hice".
No hay comentarios:
Publicar un comentario