Fue al inicio de la tercera pasada de riego.
-¿Qué ha sido eso?
-Nos están disparando. Creo que nos han dado -dijo fríamente el coronel asomándose por la ventana lateral.
-¿Cómo? ¡Venimos a echar una mano y estos hijo de puta nos atacan!
-Eso parece. ¿Es la primera vez que disparan contra usted?
-¡Afirmativo, yo soy un humilde piloto apaga-fuego, yo no estoy entrenado para esto!
En efecto, la instrucción del escuadrón anti-incendios no incluía maniobras evasivas. ¿Para qué, si esos aviones no participan en misiones de ataque?
Una nueva sacudida, todavía más fuerte.
-Suba todo lo que pueda y ponga rumbo a casa.
-A la orden, señor.
Nada más cruzar la frontera, coronel y capitán se detuvieron a valorar los daños.
-Parece que todo está correcto, señor.
-Eso creo, sólo algunos agujeros, nada que no solucione un poco de chapa y pintura.
-Sí...Un par de descargas de agua más les habrían venido de perlas a esa gente. Me pregunto por qué nos atacaron...
-No soy un experto en la estupidez humana, tan sólo un humilde aviador militar.
-Ya.
-En fin, ha llegado el momento de que la radio se arregle mágicamente por sí sola y nos pongamos en contacto con la torre para aterrizar.
-¡Va a haber que dar un montón de explicaciones!
-No se preocupe, capitán, déjeme hablar a mí. Yo le metí en esto.
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