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viernes, 25 de julio de 2014

Cerrado por Reforma.

El cartel habría estado amarillento, si no hubiera sido todo negro, con las letras en blanco (amarillento).

"CERRADO POR REFORMA"

¿Cuántos años llevaba allí? Aunque, por otro lado, ¿alguien realmente se había creído que "Encurtidos Hnos. Díaz" se iba a reformar? ¡A ese negocio no había reforma que lo salvara!

Camilito, el mayor, era partidario de admitir abiertamente la derrota ante los vecinos y colgar el letrero de "CERRADO POR CESE DE NEGOCIO" e incluso "SE ALQUILA, VENDE O TRASPASA". Pero Adelino, el pequeño, era demasiado orgulloso para pasar por aquella humillación pública, casi comparable a la de un caudillo galo exhibido por las calles de Roma.

José, el mediano, no dijo ni pío, como buen hermano de en medio.

El cartel, obviamente, se puso a traición, con premeditación, alevosía y nocturnidad. Se cerró un jueves con normalidad (o sea, sin haber vendido una escoba) y el viernes, a primera hora, ya estaba todo cerrado a cal y canto, y el cartelito puesto. Fue, claramente, una noche muy larga para los hermanos Díaz (y también se llevaron más cosas el fin de semana, de nuevo al amparo de la madrugada).

Román, el del Bar Román, fue el que vivió todo aquello con mayor satisfacción. Aunque les servía su cafe con porras con una sonrisa y una cháchara cada mañana, a Román los Díaz nunca le cayeron bien, en especial Camilito.

 "¡A esos no les vemos más el pelo!," -proclamó victorioso- "que a mí, lo mismo me da que me da lo mismo, pero a la gente a la que le debían dinero...¡esos, que lo den por perdido!"

Sí, también algo de eso había. El caso es que "Encurtidos Hnos. Díaz" se esfumó con sus dueños, los sueños de sus dueños y algo de dinero de terceros.

Lo normal en estos tiempos.

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